miércoles, 13 de noviembre de 2013




Absorta




La vi..., cara a su libro,
envuelta en sus pensamientos,
de entre sus páginas leía
 narrativa y sus misterios.

El libro iba menguando,
poema a poema..., verso a verso,
y la claridad de la tarde
se hacía patente en su pelo.

Miraba y no miraba...
¡Absorta estaba leyendo!
Algo musitan sus labios
que escucharlo yo quería...,
pero oírlo yo no puedo,

No hay, amiga mía,
como un buen libro..., y leerlo;
así se nutre la mente
y se forma el intelecto.